jueves, 16 de julio de 2009

La humedad de la tierra.


Guardada en el agua

en la dermis del planeta,

brazos amarrados al sol de esta mañana.

Mis zapatos

cansados de dibujar una calle cotidiana,

camino rumbo a la montaña.

Pupilas,

lentes hechos amplitud de distancia,

hay distancias inscritas en el reloj de un calendario.

Hay lluvias vespertinas,

a veces sorpresivas,

humedad impregnada a la clorofila de las hojas,

sangre de la naturaleza.

Mis recuerdos huelen a humedad,

a tardes solitarias

hechas de una lágrima de amarillo ocre,

trazos espirales con azul índigo.

Dos pisos arriba,

guardados en tres cuartos,

cama de flores,

sillón de rosas

ventanas sucias,

montañas abrazadoras a mi lienzo.

La piel espera a un amante,

la tierra al agua para no morir,

la tela al color,

yo espero la humedad del tiempo.

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